3 de septiembre de 1867 - Nació Serapio Rendon
Serapio Rendón
BIOGRAFÍA
Serapio fue el hijo del matrimonio formado por el notario público Víctor Rendón Buendía y doña Catalina Alcocer. En el seno del hogar nacieron –en orden cronológico– el Lic. Pedro, el Dr. Víctor, el Lic. Julio, el Lic. Serapio, Arturo y José. Don Víctor era hermano de Vicente Rendón Buendía (quien casó con doña Benigna Peniche Ruz) y tío de José Rendón Peniche.
Nació Serapio en Ciudad del Carmen, Campeche, el 3 de septiembre de 1867, población en la que residían sus padres, “exiliados de Mérida, Yucatán”. Poco tiempo vivió la familia Rendón Alcocer en la Isla y regresó a Mérida cuando Serapio contaba con tres años de edad; allí estudió la enseñanza primaria y continuó la Preparatoria en el Instituto Literario. En la Escuela de Jurisprudencia se gradúa de abogado en 1889, cuatro años luego que su hermano Julio y siete después de Pedro.
En el plantel cursan estudios, en la penúltima década del pasado siglo, elementos contemporáneos de Serapio que tendrían relevante participación en la vida pública de Yucatán: Adolfo Cisneros Cámara, Gonzalo Cámara Zavala, Roberto Casellas Rivas, Delio Moreno Cantón y algunos destacados revolucionarios como José María Pino Suárez y José Inés Novelo. A la siguiente década pertenecen Crescencio Jiménez Borreguín, Alonso Aznar Mendoza, Antonio Mediz Bolio y Calixto Maldonado.
Pino Suárez presenta examen profesional en opción al título de abogado los días 10, 11 y 12 de septiembre de 1894; el Lic. Serapio es uno de los sinodales.
Casó don Serapio con la Srita. Pilar Ponce Cámara, en Mérida, y de esa unión nacieron cinco hijos: el Lic. Víctor quien contrajo nupcias con la Srita. Eulalia Orendain, padre de Eulalia y Eugenia; Pilar, que se casó con Ermilo Guzmán Duarte –hijo del Dr. Saturnino Guzmán Cervera–, madre de Beatriz, Bertha, Ermilo y María del Pilar, José quien permaneció soltero; Catalina, casada con el Sr. Enrique Olmos; y el ingeniero Julio, cuya esposa es la Sra. María Luisa Valdez, padre de Víctor.
Las actividades de Rendón se encauzan en el ejercicio profesional y el periodismo literario. Inicialmente fue nombrado defensor de oficio, cargo de muy escaso sueldo pero que desempeña con entusiasmo y cariño durante más de veinte años. Posteriormente se convierte en abogado penalista y realiza exitosa carrera para la que le resultó de utilidad la influencia del criminalista Tamelio Rio.
Un caso notable fue el ocurrido cuando se descubre un desfalco en el “Banco Yucateco” y se acusa a un inocente cuya defensa acepta Rendón. El Gobernador Muñoz Arístegui, a través del Lic. Elías Amábilis y del juez del proceso, Lic. Santiago Lugo Ahumada, dictó sentencia de cárcel contra el acusado y contra su abogado, por un año de reclusión, “por haber abusado de su lenguaje”.
“El incidente del “Banco Yucateco” fue en realidad el primer disparo que escuchó Yucatán en la candente oratoria de Serapio. Ante la represión, el abogado ofendido se dio a la tarea de delatar por la prensa y en la tribuna pública a quienes eran en verdad los autores del desfalco y no se arredró de acusar al mismo gobernador, Enrique Muñoz Arístegui de tener parte en el asunto.”
La Suprema Corte de Justicia de la Nación ordenó su inmediata libertad. Después viaja a la ciudad de México con su esposa e hija Pilar. “De hecho Rendón era ya la visible cabeza de un movimiento social.”
En México, participó con éxito en el proceso seguido al general Gustavo A. Mass.
Sobre su obra literaria existen testimonios del licenciado José Esquivel Pren, registrados en su magna “Historia de la Literatura en Yucatán” y en sus valiosas memorias publicadas en las páginas del “Diario de Yucatán” con el título de “Antes de que se me olvide”.
“Con el seudónimo de León Roch escribía lo que pudiera llamarse la página editorial que encabezaba cada número de “Pimienta y Mostaza”, bajo la denominación de Actualidades, y algunos otros artículos de interés ciudadano.”
El Licenciado Efraín Brito Rosado –¡brillante orador parlamentario! – califica la oratoria de Rendón con las siguientes palabras: “No perteneció al tipo de oradores delicados, rebuscados, que cincelaban en largas horas de desvelo una frase para venir a cautivar a su auditorio; pertenecía no al tipo de oratoria demosteniana pulida y brillante, ni a esa otra que se imagina un espléndido monumento en mármol, que es la de Cicerón. Más bien podríamos igualarla con aquellos improvisados de la Inglaterra de Siglo XVIII, Pitt el joven y Charles Fox. Era una llamarada que se levantaba de repente, sin previa preparación, porque hablaba como han hablado los oradores tempestuosos de la historia del mundo, como hablaron los oradores de la Biblia, como se levantó la voz de Dantón y la de Mirabeau por encima de la Constituyente y de la Convención Francesa; hablaba con el corazón, no con el cerebro, y su corazón en esta Cámara lo puso a los pies del pueblo.”
Aspectos interesantes de su personalidad son sus pugnas con el gobierno local de Enrique Arístegui, su militancia en la corriente política del Maderismo, su participación en la Casa del Obrero Mundial, y sus intervenciones como diputado a la XXVI Legislatura Federal, en la que hace sentir su oposición personal y grupal –como miembro del Grupo Liberal Renovador– al régimen espurio de Victoriano Huerta.
Destacada participación tuvo el licenciado Rendón en el proceso de disolución del Partido Antireeleccionista (9 de julio de 1911) y la formación del Partido Constitucional Progresista (17 de julio) que lo sustituyó con el argumento de que, ya establecido constitucionalmente el principio de la “No Reelección”, las metas del naciente organismo político serían velar por el progreso del país con base en la Constitución de 1857 y en las leyes reformistas que el interés público demandara.
Madero citó a los representantes de todos los partidos políticos de filiación revolucionaria para celebrar una magna convención el 17 de agosto, en la que debería elaborarse los puntos del programa político que normaría el futuro régimen de gobierno presidencial. La mesa directiva estuvo integrada por Juan Sánchez Azcona, Camilo Arriaga, José Vasconcelos, Serapio Rendón, Rafael Cepeda y Juan Sarabia.
Según el historiador Jaime Orosa Díaz, fue esa asamblea una de las reuniones democráticas más importantes que se han efectuado en la República, pues tanto al elaborarse el programa político que serviría de norma a los maderistas, como al discutirse las candidaturas, hicieron gala y derroche de erudición y galanura oratoria tribunos de primer orden que demostraron que en la intelectualidad mexicana existían de sobra elementos preparados para opinar profundamente en todos los aspectos trascendentales de la administración y la política. Y así lo demostraron Jesús Urueta, Luis Cabrera, Enrique Bordes Mangel, Sánchez Azcona, Antonio Díaz Soto y Gama, Félix F. Palavicini y Rendón.
Asume la Presidencia Madero el 6 de noviembre de 1911, ante el reproche de elementos radicales por no “renovar totalmente las Cámaras Colegisladoras, como es lógico hacer en una revolución”, y no es sino hasta el 30 de junio del siguiente año cuando –conforme a la Ley– se efectúan elecciones para integrar la XXVI Legislatura Federal, en un clima de respeto irrestricto al “Sufragio Efectivo”. Fueron electos diputados federales por Yucatán el Lic. Serapio Rendón Alcocer, el periodista Antonio Ancona Albertos y el Lic. Alonso Aznar Mendoza. ¡Y de allí para el real!
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